El 23 de febrero de 1993 marcó un antes y después en la vida de Laura Pausini (47 años). Entonces, con 18 años, ganó el Festival de San Remo tras interpretar La Solitudine, una canción que llegó a su casa un año antes y que, sin quererlo, relataba una triste experiencia personal: la ruptura de una relación amorosa.
Aquel sencillo, del que hizo ajustes para hacerla más suya, no solo la consagró como ganadora del reconocido certamen de la música italiana. También la catapultó a la fama y le permitió vivir experiencias que hoy siguen siendo un sueño.
En alguna ocasión ha comentado que de no ser famosa se dedicaría a la alfarería. ¿Tiene esa profesión como hobby?
Todo lo que es artístico me encanta. No tengo la posibilidad, por lo menos antes de la Covid, de practicar todas mis pasiones, como la cerámica, porque se necesitan varios días para realizar un objeto. He tratado de utilizar mis pocos días libres para los otros hobbies que tengo, como leer libros de la historia del arte, pintar, hacer fotografías… Todo lo que es artístico me hace sentir viva.
¿Qué ventajas y qué desventajas tiene la fama?
Mi trabajo es como el trabajo de otra persona. La única diferencia es que me conocen en la calle. Pero como todos los trabajos, hay ventajas y desventajas. La mayoría son personas, que te pueden ayudar a crecer, a cambiar de opinión… Y otras que te traicionan y se aprovechan de ti. Pero eso no me pasa solo a mí o a las personas que hacen mi trabajo. Es algo que todos conocemos.
En La Solitudine, la canción que la lanzó a la fama, cuenta una experiencia personal en la que experimentó soledad.